18/09/2017 Pepe Albors
Uno de los factores que puede resultar determinante en el fracaso empresarial es la inacción o dejación de responsabilidades a la hora de reconducir situaciones injustas o comportamientos inadecuados entre las personas de la organización.
Hablaba en un post anterior del concepto de autoridad, poder e influencia y de la importancia de entender y aplicar correctamente estos conceptos para el buen gobierno cooperativo. Allí explicaba que el concepto de autoridad es fundamental para el funcionamiento de una empresa y más aún si es cooperativa (Ver post ¿Tu cooperativa tiene “amo”?).
Uno de los problemas que he observado en algunas empresas cooperativas es que, aunque formalmente se elige democráticamente a las personas y órganos que van a ser responsables de ejercer la autoridad y el poder, en muchas ocasiones quienes ostentan los cargos para los cuáles han sido elegidos, hacen caso omiso de las prerrogativas, funciones y responsabilidades que conlleva el cargo de consejero o directivo, y se puede dar lo que se conoce como “LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS”.
En el año 1969, Philip Zimbardo, psicólogo social de la Universidad de Stanford, realizó un interesante experimento social. El experimento consistía en dejar abandonado un coche en el deteriorado barrio del Bronx de aquellos años: Un barrio conflictivo, marginal, peligroso y con altos niveles de delincuencia. Zimbardo dejó el vehículo en perfecto estado y con las puertas sin cerrar para simplemente observar qué ocurría. Y sucedió que, sin llegar a pasar una hora, el coche empezó a ser desvalijado. Después de varios días, ya no quedaba nada de valor en el coche y, a partir de ese momento, el coche fue totalmente destrozado. El experimento no acaba ahí. Había una segunda parte consistente en abandonar otro vehículo idéntico y en similares condiciones, pero en este caso en un barrio rico y tranquilo. Y sucedió que durante una semana no le pasó nada al vehículo. Pero Zimbardo decidió intervenir, tomó un martillo y rompió una de sus ventanas. De este modo, el coche pasó de estar en un estado impecable a mostrar signos de deterioro y abandono. Y, entonces, se confirmó la hipótesis de Zimbardo. ¿Qué ocurrió? A partir del momento en el que el coche se mostró con la ventana rota, los habitantes de ese barrio rico se cebaron con el vehículo a la misma velocidad que lo habían hecho los habitantes del Bronx.
En resumen, lo que dice la Teoría de las Ventanas Rotas es muy simple: “Si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla de inmediato pronto el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos”. ¿Por qué? Porque se está transmitiendo el siguiente mensaje: aquí nadie cuida de esto, esto no le importa a nadie, está abandonado y se puede hacer lo que nos venga en gana.
Esta teoría es extrapolable a muchos ámbitos de la vida. Si alguien hace una pintada en una pared de tu negocio y no repintas rápidamente, se convertirá en un muro lleno de pintadas en poco tiempo. Si un árbitro de fútbol permite una pequeña transgresión del reglamento y permite el juego duro en el partido, lo más probable es que vayan apareciendo más y más acciones violentas hasta que se forme una tangana. Si se permite la más mínima violencia de género o falta de respeto en una pareja, la situación empeorará pudiendo llegar a situaciones trágicas.
¿Y qué ocurre en el mundo de la empresa?
Pues también tenemos muchos ejemplos de malas prácticas empresariales vinculadas con esta teoría. Si las personas ven que en una empresa no se promociona a los mejores, si no se cumplen objetivos y no pasa nada, si los cargos que tienen la responsabilidad de tomar decisiones se demoran en hacerlo o, simplemente, no las toman, si se permiten comportamientos inadecuados y no se les pone freno, estamos enviando una señal de que en esa empresa vale todo y, en este sentido, todas las personas se sienten autorizadas para actuar como les venga en gana.
En las cooperativas esta degradación del clima laboral y social suele ser el comienzo del fin de la cooperativa. “Como todos somos dueños, pues que sean otros los que tomen la iniciativa de arreglar el desaguisado”, “como yo no estoy en el Consejo Rector o en el Equipo de Dirección y no cobro un plus, pues que lo arreglen ellos”, son frases que he escuchado en muchas ocasiones en las cooperativas.
En una empresa de capital, cuando ocurren casos como éstos, el/la jefe/a acaba tomando decisiones drásticas cuando las cosas han degenerado demasiado y se da cuenta de que el futuro de la empresa puede estar en peligro y puede perder toda su inversión si no se actúa de inmediato. Esto suele acabar con la toma de medidas drásticas y despidos de personas.
En las cooperativas no podemos permitirnos entrar en esta dialéctica; ningún socio por activa o por pasiva ha de permitir que se den situaciones como las descritas en la teoría de las ventanas rotas. Hay que reparar inmediatamente los daños o las situaciones que generen agravios comparativos y pueden ser origen de conflictos.
Las situaciones de injusticia, de abandono, de mobing crecen de manera exponencial cuando no se cortan de raíz, como bolas de nieve montaña abajo. La no intervención inmediata o permitir este tipo de situaciones transmite un mensaje claro y es que existe IMPUNIDAD: “Soy socio y haga lo que haga no me van a echar”.
Si las personas y órganos responsables de mantener unos mínimos de respeto mutuo entre los socios y crear un clima de confianza dejan que las situaciones se deterioren, que crezca el pesimismo y la resignación, que aumente el desorden y el conflicto estéril, el incivismo y la degradación tenderán a propagarse como una mancha de aceite y ganarán la partida.
CÓMO PREVENIR ESTAS SITUACIONES
La solución es relativamente sencilla, y sólo hay que hacer dos cosas:
1- Diálogo, comunicación y más interacciones entre los socios y los órganos de la cooperativa para detectar este tipo de situaciones.
2- Una vez detectado un caso de estas características, actuar sin dilación y reparar el daño o la situación de agravio cuanto antes.
3- Reflexionar y aprender de la experiencia y, en lo posible, documentar los casos y establecer protocolos de actuación.
Lo que decía anteriormente, en estos 30 años he visto muchos casos de ‘ventanas rotas’ cooperativas tanto en empresas cooperativas como en el propio movimiento cooperativo, y siempre ha sido el principio del fin.
Si quieres contarnos tu experiencia si te ha ocurrido un caso de Ventanas rotas, déjanos un comentario más abajo
Pepe Albors
Hola! Soy Pepe Albors y quiero ayudarte a entender mejor la empresa cooperativa. Creo en la democracia económica, y la cooperativa es el mejor modelo de empresa para llevarla a cabo. No es fácil gestionar y trabajar en cooperativa, la igualdad, la participación democrática, la cooperación, no son fáciles de gestionar. Cuento con una experiencia de 37 años en el mundo cooperativo y os puedo ayudar a que el proceso de conducir un proyecto cooperativo sea más llevadero.
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