Reflexiones

Los `devaneos’ entre el séptimo arte y el cooperativismo: ¿Por qué es una rara avis?

23/12/2024 Ana Real

El director de cine Fernando Méndez-Leite habla en València de su ópera prima rodada en forma de cooperativa junto a actores y técnicos

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En su primer discurso en la Gala de los Goya como presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Fernando Méndez-Leite, pronunció las siguientes palabras:

 

La Academia somos los del cine, cada uno con sus ideas, sus creencias y sus preferencias en todos los terrenos. Una entidad que toma sus decisiones democráticamente y que colabora con administraciones de distintos colores, pero que mantiene una escrupulosa independencia y el máximo respeto a la libertad de expresión”.

 

Se parece tanto eso a una cooperativa… y, en cambio, no es el del cine un mundo, a priori, muy cooperativizado. Quizá por exceso de individualismo de una gran parte de la profesión o porque en el mundo de la cinematografía no encaja bien el hecho de crear equipos estables de profesionales que trabajen unidos, no es habitual que afloren experiencias cooperativas en el mundo del cine. Pero, no creamos que eso es y debe ser así. Sin ir más lejos, y solo a modo de ejemplo, la cooperativa de trabajo valenciana Pangur Animation, dedicada a la animación stop-motion, trabajó en “Becarias”, nominada a mejor cortometraje de animación en los premios Goya 2024.

 

Y no es un caso aislado, en nuestra Comunidad y también en otros territorios como Galicia, Cataluña o Andalucía, existe un acervo cada día más importante y numeroso de Cooperativas pertenecientes a las Industrias Culturales y Creativas, integradas en un alto porcentaje por gente joven, con muchas ganas y con mucho talento [Ver el artículo Cooperativas culturales y cultura cooperativa, una simbiosis perfecta para un sector en auge].

 

 

¿Por qué, entonces, el cooperativismo es una rara avis en el mundo del cine?

 

Hace unos días tuvimos la suerte de conversar en València con el presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Fernando Méndez-Leite, con ocasión del pase de su película y ópera prima ‘El hombre de moda’ (1980). Fue el pasado 29 de noviembre, durante el Ciclo ‘El cooperativismo en el cine’ que se ha celebrado entre los meses de noviembre y diciembre en La Filmoteca Valenciana.

 

La cita formaba parte de la agenda oficial de actividades de València, Capital española de la Economía Social 2024 y ha sido posible gracias a la colaboración entre el Institut Valencià de Cultura (IVC) y la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana (CONCOVAL), la Unió de Cooperatives d’Ensenyament Valencianes (UCEV) y Gráficas Papallona Coop V.

 

Se trata del primer ciclo dedicado a abordar las relaciones entre el cooperativismo y el cine celebrado en València y, que sepamos, en nuestro país (si nuestros lectores conocen otros ejemplos, que no duden en compartirlos en comentarios, por favor). Ya solo por eso, tiene su mérito. Y es que el cine es una industria, que no se nos escape eso. Y, en su caso, es resultado de la suma de dos esferas: una, creativa o intelectual y otra, empresarial. Y, claro, en la parte empresarial puede haber muchas maneras de producir una película y, entre ellas, hoy quería hacer una mirada a aquellas experiencias que se han hecho como cooperativas.

 

Me gustaría destacar el enfoque de la programación del Ciclo ‘El cooperativismo en el cine’ de València, diseñada para dar a conocer al gran público los `devaneos’ entre el séptimo arte y el cooperativismo. Los diez títulos que integraban la programación se dividían entre:

 

Películas producidas bajo la fórmula cooperativa o en cuya producción haya intervenido de forma significativa una cooperativa:

 

  • El hombre de moda, Fernando Méndez-Leite.
  • La portentosa vida del Padre Vicent, Carles Mira.
  • Un lugar en el mundo, Adolfo Aristarain.
  • El factor Pilgrim, Alberto Rodríguez y Santi Amodeo.
  • Las voces de la memoria, Barret Coop V.

 

Películas en que el cooperativismo y sus valores sociales son parte central de la historia:

 

  • Numax presenta, Joaquim Jordà.
  • Arizmendiarrieta, el hombre cooperativo, Gaizka Urresti.
  • Las uvas de la ira, John Ford.
  • El pan nuestro de cada día, King Vidor.
  • La odisea de los Giles, Sebastián Borensztein.

 

Los diez filmes, de naturaleza y géneros diversos (documentales, ficción, cine clásico, cine contemporáneo…) dan cuenta de que el cooperativismo y los principios sociales y económicos que representa tienen una presencia innegable en el universo cinematográfico.

 

Pues bien, como plato especial de este Ciclo, tuvimos la suerte de conocer personalmente y charlar con Fernando Méndez-Leite, director de cine, televisión y teatro, guionista, escritor y crítico de cine, profesor de Teoría del Cine y de Historia del Cine Contemporáneo en la Universidad de Valladolid durante más de una década y, por tanto, gran conocedor de este mundillo bastante proclive al individualismo -y al divismo también-, frente a lo colectivo.

 

El director vino a València a presentar el pase de su ópera prima ‘El hombre de moda’ (1980), escrita por él mismo en colaboración con Manuel Matji, y que, de manera algo fortuita como a continuación desvelaremos, acabó siendo rodada y producida en forma de cooperativa.

 

‘El hombre de moda’ es una “comedia de sentimientos”, según la definición de su director. Y encierra también una crítica social de la época: el papel de la mujer, las relaciones entre hombres y mujeres, el sexo… El filme cuenta la historia de Pedro Liniers, un profesor de literatura que tiene una gran agudeza para analizar textos literarios, pero que no para de meter la pata en sus relaciones con los demás (más aún si son mujeres). Después de ser abandonado por su esposa, cambia de ciudad y retoma sus clases en un instituto femenino, donde conoce a Aurora Villalba, refugiada de la dictadura militar argentina con una personalidad arrolladora y las ideas muy claras, de quien se enamora, a pesar de las muchas cosas que les separan.

 

 

Un rodaje cooperativo “inimitable”

 

Protagonizada por Xabier Elorriaga, Marilina Ross, Carmen Maura, Maite Blasco, Walter Vidarte e Isabel Mestres, entre otros, el hecho de que ‘El hombre de moda’ fuese rodada en forma de cooperativa no fue para nada un hecho previsto de antemano. Se diría, más bien, que fue un acontecimiento sobrevenido y acabó por convertirse en un rodaje cooperativo “inimitable”, según palabras de Méndez-Leite.

 

Yo diría que hay dos explicaciones que, sumadas, condujeron a ello: una más voluntaria, por decirlo así, y otra, absolutamente fortuita. En cuanto a la primera, la atribuyo a la voluntad de sus creadores de contar la historia tal y como ellos deseaban. Según Méndez-Leite, «el guion era imposible rodarlo dentro de la industria tradicional del cine español. Yo quería conseguir una comunicación con los espectadores, pero la que yo quería, no la que me impusieran productores, distribuidores o exhibidores».

 

“Quería hablar del momento que vivía mi generación, un tanto desenfocada y desorientada. De la confusión que vivíamos en el terreno sentimental después de pasar de la dictadura a la democracia de forma un tanto intempestiva. Y quería hablar de ese estreno de la libertad”, nos explica el director.

 

La cuestión es que el rodaje se inició a la manera, digamos, tradicional, pero cuando se encontraba en fase de localizaciones y el reparto estaba casi cerrado, los productores “desaparecieron y durante dos años no supe nada de ellos”, rememora, entre divertido y perplejo, el presidente de la Academia de Cine.

 

Corría el año 79 y Méndez-Leite, en busca de financiación para poder iniciar el rodaje, se encontró con otro director que había dirigido una película en forma de cooperativa. Fue ahí cuando surgió la idea, aunque reconoce que “aunque había hecho Derecho, no sabía muy bien qué era una cooperativa”. No obstante, cuenta, “en dos meses la creamos, la registramos y encontramos la financiación: 2.300.000 pesetas”. Una cantidad, en su opinión, insuficiente, a causa de lo cual, como recuerda Méndez-Leite, aquella aventura “fue una experiencia inimitable”, que se desarrolló en unas condiciones, asegura, “absolutamente austeras, que hicieron penoso el rodaje”. Incluso, llega a decir, comparándola con otras de corte similar que se rodaron en la época y que multiplicaban su presupuesto por diez, que fue “una película paupérrima”.

 

Pero algo que parecía imposible, fue posible. Y lo fue porque todos los actores (excepto dos colaboraciones secundarias) y todo el personal técnico se sumaron al proyecto y renunciaron a cobrar durante la fase de rodaje, a la espera de recoger los frutos del trabajo.

 

Y los frutos llegaron. La cinta se estrenó en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián e inició su periplo comercial por España. “La película no fue mal económicamente”, reconoce Méndez-Leite. “La gente cobró a posteriori y cobró bien. Ganamos bastante dinero y, al acabar la fase de comercialización, yo gané unos 10 millones de pesetas”, explica.

 

Con todo, Fernando Méndez-Leite hace autocrítica y reconoce que “los errores de la película son muy notables”. También en el plano empresarial, porque aquella cooperativa, señala, fue una “pseudocooperativa, ya que no tenía muchas de las características que creo que una cooperativa debe tener”.

 

Ciertamente, puede que aquella película no fuera un modelo de cooperativismo fruto de la inexperiencia, de la falta de conocimiento acerca del modelo, del contexto socioeconómico de los años 80, etc. De lo que no hay duda es de que cumplió de manera solvente con el objetivo para el que se había creado. En definitiva, el modelo fue válido para llevar a cabo una actividad artística, comercializarla, remunerar el trabajo de los socios adecuadamente y obtener beneficios adicionales que podían haberse repartido o reinvertido, o ambas cosas.

 

Lo que intento decir es que en muchas ocasiones se renuncia a hacer algo de una determinada manera, simplemente, porque no suele hacerse así y, en realidad, eso lleva a perpetuar una manera determinada de hacer. Sin embargo, lo alternativo o excepcional también puede funcionar o, incluso, puede llegar a ser mejor si le damos una oportunidad. Eso sí, una oportunidad en condiciones.

 

Esperemos que haya muchas más ocasiones en que se levante la claqueta para gritar: ¡Acción! y que haya una cooperativa detrás.

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Ana  Real

Ana Real

Soy periodista y máster en comunicación radiofónica. Como responsable de Comunicación de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FEVECTA) me ocupo, entre otras cosas, de coordinar este Blog. El cooperativismo y las cooperativas necesitan un relato para explicarse, para dar a conocer a la sociedad que son otra manera de hacer empresa: más humana, responsable y conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y, precisamente, ese relato es el que intento construir en cada uno de mis artículos para llegar cada día a más personas.

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COMENTARIOS

23/12/2024 15:58 Francisco Montilla Domene

De todas las pelis, la de Un lugar en el mundo me parece de una belleza incomparable.

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