Reflexiones

‘La gran dimisión’: próximo destino crear Cooperativa

12/12/2022 Ana Real

El abandono voluntario del empleo por parte de decenas de miles de trabajadores debería abrir un debate acerca de la inadmisibilidad de la precariedad laboral en una sociedad avanzada

La gran dimisión

La pandemia nos ha abierto los ojos acerca de muchas cosas, algunas triviales y otras realmente importantes, desde el mucho o poco espacio disponible en nuestras viviendas y cómo puede llegar a afectar a nuestras vidas hasta la frágil fortaleza de nuestro sistema del bienestar, el papel del Estado en la economía y en la vida de los ciudadanos o la calidad de nuestros empleos… Este cambio de perspectiva ha hecho que muchas personas cambien su visión acerca de algunos asuntos y tomen decisiones individuales que, al sumarse a las de muchas otras, acaban generando tendencias que provocan cambios. Porque muchas personas han pasado a la acción. Hemos oído hablar, por ejemplo, de aquellas que tras finalizar el confinamiento han decidido cambiar de casa a otra más grande o con jardín o más cerca de sus familias, provocando un cambio de tendencia en el mercado inmobiliario de muchas poblaciones. También (todos) hemos sido más conscientes de las consecuencias de recortar recursos en la sanidad pública y eso puede acabar provocando cambios políticos a medio plazo; para empezar, ha hecho que haya muchas ‘batas blancas’ manifestándose en la calle después de muchos años en los que era patente la falta de condiciones suficientes para ejercer la profesión, las vergonzantes listas de espera y las increíbles carencias de la atención primaria. Hasta hace bien poco parecía que el problema solo afectaba a los sufridos pacientes y con la pandemia hemos descubierto que las penalidades del sistema las sufren también en sus carnes muy directamente los profesionales sanitarios que, hasta ahora, lo sufrían en un, para mí, incompresible silencio.

 

Pero, en fin, en este artículo me gustaría centrar la atención en otro fenómeno que está afectando al mercado laboral de países de nuestro entorno: la dimisión masiva de trabajadores que, más allá de otras consideraciones macro y micro, debería hacernos reflexionar acerca del verdadero impacto que la calidad (o falta de ella) de los entornos de trabajo en que pasamos muchas de las horas de nuestro día a día tiene en las personas trabajadoras y, por ende, qué tejido empresarial debemos apoyar si aspiramos a vivir en una sociedad más equitativa, inclusiva y democrática.

 

El fenómeno acuñado como 'la gran renuncia' o 'la gran dimisión' se inició hace un año en Estados Unidos. Allí, tras la pandemia, cerca de 50 millones de trabajadores han abandonado voluntariamente sus puestos de trabajo, insatisfechos con su salario y, en general, con su empleo. Por eso renunciaron a él, a pesar de que muchos de ellos ni siquiera tenían un plan B.

 

Este fenómeno sin precedentes ha cruzado el charco y se ha extendido a otros países como Reino Unido o Italia, donde 1,3 millones de empleados dejaron su empleo en los nueve primeros meses de 2021. Y en España, según los informes de la Seguridad Social, en los primeros 6 meses de 2022, hubo 30.307 trabajadores indefinidos que dejaron su empleo de forma voluntaria. Es la cifra más alta jamás vista en nuestro país.

 

Desde luego, algo está pasando. Personas descontentas con su empleo siempre ha habido, de hecho, algunas encuestas hablan de que más de la mitad de los trabajadores españoles están desmotivados en su puesto de trabajo, pero de ahí a dejarlo hay un trecho. Entonces, ¿qué es lo que ocurre ahora? Algunos autores apuntan a la pandemia como causa directa al provocar un cambio sustancial en la visión que los ciudadanos tenemos acerca del trabajo, lo que habría motivado que muchos trabajadores no hayan querido retornar a sus empleos por las condiciones de especial precariedad en determinados sectores de actividad.

 

Sectores como la hostelería y el turismo, por ejemplo, se están viendo especialmente afectados en nuestro país. En estos y otros sectores está habiendo verdadera dificultad para encontrar trabajadores con experiencia y para fidelizarlos. Llevamos tiempo oyendo hablar de la RSE, de que no todo se puede medir por la cuenta de resultados y bla, bla, bla… Pero lo cierto es que está costando que el tejido empresarial entienda que las personas son la clave de su éxito. Todavía quedan muchos que siguen considerando que si un trabajador se va ya vendrá otro que le sustituya, como si estuviéramos aún en el mundo descrito en la película “Tiempos modernos”, sin más análisis.

 

Es ahora, cuando las empresas ven las orejas al lobo, cuando están tomando nota. De hecho, según el Banco de España, ha pasado de ser el problema menos relevante para las empresas a situarse en cuarto lugar, por delante de la situación de la demanda o la evolución de la pandemia.

 

 

¿Por qué cada vez más gente renuncia a su trabajo? ¿Y por qué otras personas deciden permanecer?

 

Cabe preguntarse si esta gran dimisión es una situación coyuntural derivada de la pandemia o supone el inicio de un nuevo enfoque del concepto de trabajo. Esperemos que lo segundo. Lo cierto es que, más allá de la curiosidad del dato, el fenómeno se ha convertido en un problema que algunos Gobiernos (también el nuestro) está analizando por si acaso.

 

En cuanto a las causas del descontento que empuja a muchos trabajadores a renunciar a su empleo, ya hay expertos que se han puesto a investigar y las ocho razones principales que las personas trabajadoras aducen para abandonar su empleo son:

 

  • Cobrar un salario inadecuado.
  • La empresa no da a sus empleados posibilidad de crecer.
  • Falta de liderazgo del jefe o jefa que genera desmotivación.
  • Tareas a realizar poco o nada estimulantes.
  • Carga inadmisible de trabajo.
  • Ambiente laboral tóxico en el equipo de trabajo.
  • Poca flexibilidad o imposibilidad de conciliación.
  • Falta de interés de la empresa por la salud de sus trabajadores.

 

El salario es la principal razón por la que las personas cambian de trabajo - el 45% de los trabajadores de todo el mundo y el 55% en el caso de España –, según The Adecco Group en su encuesta a trabajadores “Global Workforce of the Future 2022: analizando el presente y futuro del empleo”, pero no la única, como vemos en el listado.

 

Y es curioso, porque el estudio revela que el sueldo es menos importante cuando los trabajadores están comprometidos con su empresa. En ese caso, Todos ellos deciden permanecer porque (1) están contentos; (2) el trabajo les proporciona estabilidad; (3) tienen un buen equilibrio entre la vida laboral y la personal; (4) disfrutan trabajando con sus compañeros y (5) tienen flexibilidad. En ese caso, el salario ocupa el sexto lugar en el orden de prioridades (el quinto para España). Esto significa que las organizaciones no pueden confiar únicamente en el aumento de los salarios para mantener a los trabajadores comprometidos. Pero, diría más, las empresas deberían caminar hacia una mayor participación real de los trabajadores en la empresa como vía para conseguir su identificación con el proyecto empresarial, su mayor motivación y compromiso.

 

De eso saben mucho las cooperativas de trabajo, puesto que sus cooperativistas son a la vez propietarios y trabajadores de la empresa en un equilibrio que les ha convertido, en esta pandemia y en crisis anteriores, en un modelo empresarial de referencia en cuanto a fortaleza y resiliencia.

 

 

¿Qué harán ahora las personas que han renunciado?

 

El 17% de los españoles afirma haber sido contactado por reclutadores de otras compañías, lo que sugiere que se está aprovechando la gran renuncia y esa fuerza laboral global en constante cambio para atraer el mejor talento a sus compañías. No está mal, porque tendrán que mejorar sus condiciones para atraer el mejor talento y retenerlo, y eso siempre es una mejora a futuro.

 

Pero, en paralelo a esta movilidad laboral, vaticino una creciente tendencia hacia la creación del propio puesto de trabajo en busca de mejores condiciones o, al menos, de tener capacidad de decisión acerca de cómo se quiere desempeñar ese trabajo. En los últimos años estoy viendo una tendencia de personas jóvenes muy cualificadas que, tras una corta experiencia laboral por cuenta ajena, deciden cortar por lo sano y emprender por su cuenta junto a otros profesionales con similares valores e inquietudes. Y en esa búsqueda de la fórmula jurídica que mejor se adapte a la manera en la que desean trabajar y hacer las cosas, deciden conscientemente crear cooperativa de trabajo. Quieren decidir sobre su futuro profesional, pero no de cualquier manera. Llevo hechas muchas entrevistas a grupos con este perfil y en todas he escuchado versiones muy similares: una apuesta por el trabajo horizontal, por la participación democrática de todas las personas del equipo en la toma de decisiones, por generar un entorno laboral donde la igualdad, la conciliación y la inclusión son la norma y no la excepción. En definitiva, por crear un entorno de trabajo de calidad que en otros entornos no encuentran.

 

Uno de los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU incide, precisamente, en la necesidad de que las empresas generen trabajo decente. En su octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible aborda este reto irrenunciable. El concepto de trabajo decente fue lanzado en 1999 por la OIT y se refiere a la generación de oportunidades para que todos los hombres y mujeres puedan desempeñar un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, en el que los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social. La cultura empresarial cooperativa, inspirada en los 7 principios cooperativos, ha demostrado su enorme potencial generador de empleo de calidad. Si queréis conocer más sobre cómo las cooperativas contribuyen al trabajo decente os sugiero leer el artículo ‘Cooperativas, empresas protagonistas en la creación de trabajo digno’.

 

En definitiva, espero que el fenómeno de la gran dimisión sirva para hacer una reflexión profunda acerca de la inadmisibilidad de la precariedad laboral en una sociedad avanzada. Creo que es posible porque cada día hay más personas y organizaciones decididas a construir un mundo diferente: más habitable, equitativo y justo, y cuando se suman esfuerzos, capacidades y recursos, cualquier cosa, por difícil que parezca a priori, resulta posible.

 

Esperemos que 2023 nos traiga, además, el fin de la guerra en Ucrania para reconstruir ese mundo mejor para la mayoría que muchos anhelamos.

 

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Ana  Real

Ana Real

Soy periodista y máster en comunicación radiofónica. Como responsable de Comunicación de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FEVECTA) me ocupo, entre otras cosas, de coordinar este Blog. El cooperativismo y las cooperativas necesitan un relato para explicarse, para dar a conocer a la sociedad que son otra manera de hacer empresa: más humana, responsable y conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y, precisamente, ese relato es el que intento construir en cada uno de mis artículos para llegar cada día a más personas.

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COMENTARIOS

13/12/2022 23:25 Victor Gauna

Las grandes empresas (espacialmente la financiera) inunda los medios de comunicación impulsando la "flexibilización" de las relaciones laborales en nombre de una supuesta "libertad", cuando en realidad se trata de maximizar beneficios económicos. Eso no es otra cosa que despojar a quienes trabajamos de la mayor cantidad posible de derechos. Vale decir, que se está deshumanizando el trabajo. Las causas enumeradas por este informe demuestran que esta tendencia ha generado una reacción importante en la población, que no quiere someterse a estas condiciones, como asimismo para quienes no tienen necesidad extrema de trabajar, prefieren utilizar su tiempo en forma más humana. No nos engañemos, si la prioridad son las utilidades financieras de los grupos económicos, ese crecimiento se concentrará cada vez más y continuará marginando más trabajadores, generando más pobreza y desigualdad. Algo muy explosivo! Igualmente esa tendencia a abandonar puestos de trabajo indica con claridad que los criterios de las poblaciones no se reducen únicamente a buscar actividades redituables económicamente sin importar las condiciones o el "precio" humano que se deba pagar. Obvio que existe negativa a la nueva esclavitud humana.

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