27/10/2025 Ana Real
Cuatro cooperativas nos cuentan cómo pasaron ese día y los siguientes, los daños sufridos y cómo están un año después
Aquella tarde, decenas de miles de personas volvíamos del trabajo en coche o en metro, otras estaban trabajando en sus bajos comerciales, comprando o, simplemente, hacían vida normal. Nadie había alertado a la ciudadanía de lo que se sabía que podía ocurrir, de lo que ya estaba ocurriendo aguas arriba. Cuando llegó el aviso a los móviles, a las 20.11 horas, era ya demasiado tarde. La riada se llevó por delante 229 vidas, más de 11.200 viviendas, 4.500 bajos comerciales, más de 6.500 naves industriales, unos 120.000 vehículos y 7.530 ascensores. El sector cooperativo, con fuerte implantación en las zonas afectadas, sufrió también graves daños y, una vez más, dio testimonio de solidaridad y resiliencia ante la adversidad.
La barrancada generó un caudal de agua que alcanzó los 3.500 m3 por segundo, cinco veces superior al del río Ebro en su tramo más caudaloso. Cuando el agua se retiró horas después, los gritos y el fuerte olor a gasolina que reinaron durante la noche dieron paso al estupor silencioso de las primeras luces del alba. La estampa era desoladora, casi distópica: 1.100 km2 de fango, amasijos de coches amontonados por doquier, toneladas de escombros, edificios y puentes derruidos y decenas de miles de vanos vacíos donde antes había comercios. El agua había embestido con tal fuerza que los bajos de todos los edificios amanecieron con persianas, muros y medianeras arrancados. En su interior no quedaba nada aparte de lodo, cañas o despojos.
Las personas deambulaban por las calles sin saber a dónde dirigirse, tratando de asumir lo ocurrido. Y así, hasta muchas horas después, cuando entraron los servicios de emergencia y los voluntarios. No siempre por ese orden.
Con motivo del primer aniversario de lo ocurrido aquel 29 de octubre, queremos dedicar este artículo especial de nuestro blog a recordar lo ocurrido gracias al testimonio de cuatro cooperativas de trabajo afectadas: son historias personales, pero también empresariales que merecen la pena ser contadas, un ejemplo del sacrifico y esfuerzo colectivo realizado por tantas personas socias y trabajadoras para recuperar cuanto antes sus vidas y también su actividad, porque los servicios que prestan son relevantes y necesarios en su entorno. Y para poner en valor su ayuda a otras personas y empresas de su entorno que, como ellas, también estaban sufriendo.
La historia siempre se repite
La riada del 14 de octubre del 57 en València fue un hito histórico sin precedentes en la ciudad. El antiguo cauce del río Turia se desbordó a su paso por la ciudad de València y causó, al menos, 81 muertos (según otros datos de la época, fueron más), además de cuantiosos daños materiales. Nuestros mayores siguieron recordando con angustia lo ocurrido muchas décadas después y quienes escuchábamos el relato tratábamos de hacernos una idea de aquello sabiéndonos a salvo… Era agua pasada, o eso pensábamos.
Pero, la rotura de la presa de Tous del 20 de octubre de 1982 recordó que en estas tierras no puede uno dejar de mirar al cielo en otoño, porque cuando la gota fría se anuncia, la cosa se puede complicar. Aquel episodio se saldó también con numerosas muertes y pérdidas materiales en más de 30 municipios a lo largo de la cuenca del río Júcar, en las comarcas de La Ribera Alta y Baja.
Cinco años después, el 3 de noviembre de 1987, la comarca de la Safor sufría unas inundaciones catastróficas tras registrar la mayor cantidad de precipitación en España. Los 817 litros por m2 en 24 horas registrados en Oliva se convirtió en la tercera marca más alta de toda Europa. Todos los cauces fluviales de la comarca se desbordaron, provocando la mayor inundación de su historia reciente.
Quién nos iba a decir, 40 años después, que con todo lo aprendido, los avances en mediciones y predicciones, en obras públicas, en dispositivos de alerta y emergencias, que el martes 29 de octubre de 2024, un día que empezó como tantos otros, una dana iba a empequeñecer cualquier episodio de gota fría anterior: 80 municipios de la provincia de València fueron arrasados con el triste balance de 229 víctimas mortales y daños económicos incalculables.
La dana afectó a casi todas las actividades económicas, todas ellas esenciales: la enseñanza, los servicios sociales, la cultura, el transporte, la agricultura, la industria... Y afectó, sobre todo, a la salud mental de muchas personas que perdieron a familiares, amigos, hogares y empleo sin haber sido avisados a tiempo de lo que se venía encima.
Más de 54.000 empresas -una de cada tres empresas de la provincia–, 123 parques empresariales y polígonos industriales y más de 354.000 trabajadores afectados causaron una parálisis económica en el área metropolitana de la ciudad de València cuyos efectos aún no se han acabado de recuperar un año después.
Territorio dana, territorio cooperativo
El episodio ocurrido en València hace un año fue tan devastador que hay miles de historias personales, pero también empresariales que es importante no olvidar para que algo así no se repita. No se puede evitar lo inevitable, pero prevenirlo en lo posible es una obligación moral y legal de quienes nos gobiernan.
Las pérdidas económicas han sido cuantiosas. Miles de comercios y empresas han pasado un calvario. El sector cooperativo se ha visto muy golpeado, porque la provincia de València y, concretamente, el área afectada tiene una gran concentración de cooperativas de todos los sectores de actividad. Sólo en los municipios dana hay un total de 478 cooperativas (un 30,56% de toda la provincia y un 17,5% de la Comunitat), que dan empleo a cerca de 11.000 personas, entre socias y trabajadoras. Sus ventas anuales agregadas ascienden a 1.527 millones de euros, aportan 286 millones de euros al PIB valenciano y dan servicio a más de 65.000 usuarios.
Del total, más de 300 son cooperativas de trabajo asociado, un centenar se vieron afectadas de uno u otro modo por la barrancada. Alrededor del 50% sufrieron daños cuantiosos, hasta el punto de que algunas se vieron forzadas a paralizar en seco su actividad y otras se reorganizaron como pudieron para prestarla en alguna medida.
29-O en la Zona 0
Aquel día en Catarroja, como en muchas otras poblaciones, la actividad lectiva se inició con normalidad en los centros escolares, pero, a las 14 h, por orden del ayuntamiento, se interrumpieron las clases. Como recuerda la presidenta de la cooperativa de enseñanza Colegio Larrodé, María Muñoz, “nos comunicaron que podía haber un desbordamiento del barranco e inmediatamente avisamos a las familias. Anulamos todas las extraescolares y el último alumno abandonó el centro a las 16:45 h. El servicio de limpieza que trabaja por la tarde junto al bedel también abandonaron el centro a las 15 h”.
Ubicado junto al barranco del Poyo, Colegio Larrodé es un centro concertado integrado por 66 personas, entre socias y trabajadoras, que cubre las etapas de Infantil, Primaria y Secundaria.

Algo similar ocurrió en Beniparrell. Lyonsoft Coop V se dedica a la Consultoría y Desarrollo Software a medida. Integrada por 12 personas, vio anegado su centro de trabajo en el bajo del Centro de Negocios Sur, un complejo de edificios de oficinas junto a la pista de Silla, que quedó inundado por la dana. El equipo de socios y trabajadores de la cooperativa decidió irse hacia las 18 horas, gracias a lo cual pudieron llegar a sus casas minutos antes de que se produjera la tragedia. No obstante, la noche también fue intensa para ellos, porque varios de sus miembros colaboraron en el rescate de vecinos y familiares que estuvieron en peligro.

Junto al barranco de la Saleta, en Aldaia, se encuentra Comismar - Serveis Futurs Cooperativa, integrada por un colectivo de más de 400 personas y dedicada a los servicios de limpieza en general para empresas, supermercados, instalaciones deportivas, oficinas y particulares. Su presidenta, Vicenta Raga, y el resto de sus once socias, han vivido momentos difíciles desde que la inundación causada por la dana destruyera por completo sus oficinas centrales y afectara las infraestructuras de muchos de sus clientes.
“Tenemos 2 bajos en el municipio muy cerca uno de otro. En la puerta principal de entrada a nuestras oficinas se encuentra una de las barricadas que instalan cuando vienen lluvias”, explica Raga. Aquel día, sin embargo, ni en Aldaia ni en otros municipios de l’Horta llovió una gota. Pero, a falta de otra información, el equipo se mantenía alerta ante las noticias de las fuertes precipitaciones que sí se estaban dando en municipios como Utiel. Como justifica la presidenta de Comismar, “nosotras realizamos servicios en Utiel y Requena, y las trabajadoras de esos municipios nos enviaron vídeos, así que viendo la situación decidimos comer, cerrar las oficinas e irnos a casa”. Gracias a eso, ningún integrante de la cooperativa trabajó esa tarde, una decisión que evitó daños personales.
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También en Aldaia, la cooperativa Asterisco Coop V comenzó su jornada como siempre. Formada por 6 personas, se dedica a la gestión de equipos técnicos y de sala para teatros, entre ellos, el Teatro Auditorio Municipal de Aldaya (TAMA), donde se encontraba parte del personal el 29 de octubre pasado. Como explica Mª Ángeles Peñalver, una de sus socias, “ese día solo trabajó parte del personal por la mañana y acortamos la jornada, ya que uno de los trabajadores reside en Chiva y nos había llegado información de que allí llovía mucho. Así que acortamos para que pudiera volver a su domicilio sin peligro”.
Acabaron en torno a las 11 h y poco después el barranco de Chiva se desbordaba, causando aguas abajo inundaciones en los municipios recorridos por el barranco del Poyo. Todo el edificio del TAMA, a pesar de encontrarse en la parte alta del pueblo, acabó lleno de lodo: en el hall se llegaron a acumular 10 centímetros de barro que alcanzó hasta la tercera fila del patio de butacas. La peor parte se la llevó el escenario de madera de 362 m2 por donde se filtró el agua a los camerinos y al almacén principal, dañando mobiliario, escenografías e instrumentos musicales.

Cooperativas, empresas de personas
Lo sucedido ha sacudido a todo un sector empresarial, pero es imposible desligarlo del plano personal. Cada cooperativa afectada ha padecido unos daños económicos que se suman a los de sus socios y socias, trabajadores, clientes y proveedores. Las cooperativas operan en gran medida en mercados próximos y, por tanto, se han visto afectadas por varios frentes.
En Lyonsoft, casi todo el equipo vive en municipios de la zona dana, por lo que a las pérdidas empresariales se suman las personales. “perdimos todos los vehículos nuestros y de nuestras parejas, garajes, trasteros, viviendas en bajos de familiares cercanos, la lista era inabordable las primeras horas. Tocaba levantarse y empezar a actuar. La fortuna hizo que no sufriéramos pérdidas humanas cercanas, pero se vivieron momentos muy complicados. Hay que recordar que durante días no tuvimos tampoco ni luz ni agua”, lamenta González.
Como cuenta la presidenta de Larrodé, “en el plano humano vivimos la situación con mucha pena y miedo por lo que podía haberles ocurrido a las familias de nuestro centro, todas o la mayoría residentes en Catarroja o alrededores. También con incertidumbre por no saber cuándo íbamos a poder retomar la actividad lectiva con nuestro alumnado”.
“Y en el plano empresarial-laboral, con mucha tristeza al ver que nuestras instalaciones relativamente nuevas -el centro lleva ubicado en estas instalaciones desde el año 2009 y la cocina y comedor tenían apenas dos años- habían sido arrasadas en un 40%. Así es que, como cooperativa nos vimos en la situación de no saber si podríamos afrontar económicamente la reconstrucción de nuestras instalaciones”.
En el caso de la cooperativa Comismar, como cuenta su presidenta, “la dana ha sido mucho más complicada que la pandemia del Covid, ya que nos quedamos sin infraestructura para poder seguir trabajando y prestar los servicios que nuestros propios clientes nos solicitaban y, aun así, lo hicimos”.
Control de daños: el día después
El día después fue muy duro para todas las personas y empresas ubicadas en los municipios inundados. Tocaba achicar agua, palear el barro acumulado y hacer control de daños. Las labores de reconstrucción necesarias eran ingentes y se iban a prolongar en el tiempo.
Un total de 115 centros educativos de la provincia se vieron afectados, impactando a más de 48.700 alumnos. Muchos de ellos se vieron desplazados a otros centros, ya que cinco colegios tuvieron que ser derribados por completo y en otros no era seguro continuar la actividad lectiva.
Junto a Colegio Larrodé, otras 4 cooperativas de enseñanza de la zona resultaron también gravemente afectadas: Florida Centre de Formació, Escola Gavina y dos Escuelas Infantiles de Ninos. La actividad lectiva en todos estos centros quedo paralizada por completo.
En Larrodé, la planta baja, el semisótano, el sótano y los tres patios del centro para infantil, primaria y secundaria quedaron totalmente arrasados por la riada. Además, todo el mobiliario escolar (mesas, sillas, armarios, archivadores, puertas ventanas, cristaleras…) y todo el material educativo (libros, pizarras digitales, ordenadores, juguetes, etc.) también quedaron destruidos. Ante la gravedad de los daños, reconoce su presidenta, “como cooperativa nos vimos en la situación de no saber si podríamos afrontar económicamente la reconstrucción de nuestras instalaciones”.
La actividad de Lyonsoft también se detuvo al 100%: El servidor y todos los equipos de trabajo se perdieron. Como explica Jorge González, administrador de la cooperativa, “la oficina fue arrasada, no quedó nada excepto algún cuadro que estaba colgado por encima del nivel al que llegó el agua, el barro y toda la basura arrastrada”.
También los locales de Comismar quedaron arrasados por completo. “En las oficinas arrasó con todo: paredes interiores, persiana y cristalera de entrada, mobiliario, archivos, ordenadores, todo. En el almacén, igual, productos de limpieza y toda la maquinaria que allí teníamos. Y de nuestra flota de 11 vehículos, sólo se salvó un coche, porque una compañera se fue con él ese día”, rememora Vicenta Raga.
Todo eso, sumado a que buena parte de sus clientes, trabajadores y proveedores se encuentran ubicados en L’Horta Sud y, por tanto, también ellos también fueron afectados por la Dana, lo que provocó que paralizaran temporalmente la prestación de sus servicios en una zona que había resultado devastada.
El caso de Asterisco Coop V fue algo diferente. No sufrió daños materiales directos, porque su sede social, ubicada en Manises, quedó fuera de la zona afectada, pero sí que padeció sus efectos a nivel laboral y empresarial con la pérdida de una actividad central para sus socios. El TAMA, el centro cultural y artístico más emblemático del municipio de Aldaia, quedó totalmente inutilizado y su programación anulada hasta Navidad. “Toda la actividad estuvo parada durante dos meses, por lo que nos vimos obligados a solicitar un ERTE durante ese tiempo”, lamenta Peñalver, socia de Asterisco Coop V.
En general, el sector de la cultura se vio muy golpeado por la dana y muchos espacios culturales y escénicos de la zona aún hoy no se han recuperado. A pesar de que los ayuntamientos luchan por restablecer cuanto antes sus programaciones, sacando incluso actividades a las calles, un año después, la situación es todavía precaria para muchas empresas que dependen de estos locales para recuperar su actividad.
Volver a reconstruir desde 0
“Colaboramos de manera voluntaria en la limpieza del edificio e instalaciones del TAMA. Y tuvimos que esperar a que el ayuntamiento, propietario del edificio, realizara las reparaciones y adecuaciones necesarias para poder reabrir el espacio”, explican desde Asterisco.
Para Mª Ángeles Peñalver, que el TAMA fuera de propiedad municipal ayudó a disponer de amplia ayuda para acelerar su recuperación. “Las instalaciones se limpiaron inicialmente mediante voluntarios, después con servicios del ejército y después con otras empresas que realizaron reparaciones eléctricas, tareas de limpieza y de reparación de instalaciones antiincendios, etc.” explica.
A Colegio Larrodé le ha costado 9 meses volver a tener sus instalaciones al 100%. Las obras se iniciaron en el mes de diciembre de 2024 y finalizaron este mes de julio con la vista puesta en dejarlo todo a punto para iniciar de nuevo el curso en septiembre.
María Muñoz agradece a las familias del Colegio Larrodé que se hicieran cargo de la situación y fueran pacientes y colaboradoras. “Las personas socias tuvimos que reorganizarnos las primeras semanas para, de manera cooperativa, formar grupos y recuperar nuestro centro: retirar el barro, buscar soluciones para la reconstrucción de nuestras instalaciones, tramitar ayudas, organizar las donaciones que iban llegando y atender el punto de reparto de comida y artículos de primera necesidad ubicado en nuestro pabellón…). Ahí tuvimos que demostrar una enorme resiliencia y una enorme capacidad de trabajo en equipo”, apunta la presidenta de Larrodé.
El alumnado de secundaria de esta cooperativa de enseñanza pudo retomar las clases de manera telemática a las 3 semanas de lo ocurrido, mientras que las etapas de Infantil y Primaria retomaron las clases presenciales justo al mes de lo ocurrido. Eso sí, las aulas tuvieron que reubicarse en los dos pisos superiores del centro que no se habían visto afectados, provocando que niños de 3 años tuviesen que subir todos los días dos pisos hasta llegar a su aula sin ascensor.
“También tuvimos que estar todo el curso escolar sin comedor ni cocina, por lo que tuvimos que contratar un servicio de catering, ubicar la zona de reparto de comida en la sala de profesores (previamente desinfectada) y ofrecer la comida en las aulas de los alumnos. Era necesario retomar este servicio por conciliación familiar”.
Y como el centro se había quedado sin patios de recreo, Larrodé, con permiso del Ayuntamiento, habilitó un parque municipal contiguo al centro y un parquin para que el alumnado pudiese salir a almorzar y jugar.
Durante las primeras horas tras la inundación, el equipo de profesionales de Lyonsoft vivió horas de gran tensión mientras evaluaba los daños. Finalmente, algunos días después, pudo recuperar la actividad gracias a ‘la nube’. “Los socios disponemos de equipos informáticos en nuestras casas y, gracias a eso, pudimos recuperar las copias de seguridad que tenemos en la nube, ya que las copias físicas de la oficina también se perdieron”, explica Jorge González.
A esta cooperativa la experiencia vivida durante el covid le ayudó a reaccionar y en tiempo récord montaron un nuevo servidor en el comedor de uno de los socios, recuperaron las copias de seguridad de la nube y lograron restaurar todo el sistema de trabajo en un 97%, lo que les permitió seguir operativos para sus clientes al 100% desde sus casas.
Por su parte, Comismar consiguió estar nuevamente operativa en sus oficinas totalmente reconstruidas a mediados de marzo de este 2025, algo que, como reconoce la presidenta de la cooperativa, fue posible gracias a la ayuda de multitud de personas: “nuestros clientes nos abonaban las facturas de forma inmediata, los proveedores nos suministraban y nos decían, no os preocupéis, y nuestro personal que no estaba afectado se ofrecía a ayudar y se desplazaba como podía para realizar los servicios que nos solicitaban, además de reconstruir nuevamente nuestras instalaciones”.
Las caras de la reconstrucción
Mientras las ayudas públicas comenzaban a tomar forma sobre el papel y a articularse, el Consorcio de compensación de Seguros iniciaba los trámites que, bastante después, darían paso a los peritajes necesarios para acceder a las indemnizaciones por los daños padecidos.
En la otra cara de la moneda, ríos de voluntarios venidos de todas partes acudían a diario a ayudar. Caminaban varios kilómetros de ida y de vuelta, cargados de pozales y escobones, y trabajaban sin descanso durante largas jornadas, desde las primeras horas del día y hasta que las calles se quedaban en completa oscuridad. No hubo luz eléctrica en la mayoría de calles durante semanas y era peligroso moverse en aquel caos con la sola guía de linternas y móviles.
Como recuerda María Muñoz, “gracias a la ayuda de voluntarios pudimos limpiar nuestro centro del barro y cañas. Vino un grupo de agricultores de Aragón que con sus tractores estuvieron una semana liberando de barro y cañas nuestros patios y la zona de comedor y cocina”.
Por tratarse de un polígono industrial a las afueras de la población, a Lyonsoft no llegaron los voluntarios, pero, como cuenta su administrador, “como sí nos ayudaron en las zonas de nuestras viviendas, pudimos sacar tiempo para actuar en las oficinas mucho antes de lo previsto”, reconoce.
La ayuda privada comenzó a llegar en un proceso de menos a más. En el caso de Larrodé, contaron con ayuda de entidades privadas desde el primer momento para hacer frente a la reconstrucción. “Recibimos mucha ayuda tanto económica como de donaciones de material escolar y mobiliario. Sin su ayuda hoy no tendríamos el colegio al 100% en instalaciones. Destacaría a todas las entidades y personas que nos ayudaron por la gran calidez humana por parte de todas estas entidades, por su interés en ayudarnos de manera totalmente desinteresada y por su escucha en momentos en que estábamos tan sensibles a nivel emocional”, agradece Muñoz.
Vicenta Raga sólo tiene palabras de agradecimiento. “Nos sentimos afortunadas por la ayuda que recibimos. Sin todos y todas habría sido casi imposible una recuperación”. Además de a sus clientes, proveedores y personas trabajadoras, agradece también la ayuda “de todo el voluntariado de personas desconocidas que nos ayudaron a limpiar nuestras instalaciones, de nuestro informático, que de forma desinteresada y con toda la atención del mundo recuperó los datos de todos los ordenadores y el servidor, de la constructora, que inmediatamente se puso manos a la obras para reconstruir nuestras oficinas y almacén, de las personas que de forma desinteresada nos facilitaron ordenadores reacondicionados para que pudiésemos teletrabajar y de nuestra asesoría, que nos facilitó donde ubicar todos los ordenadores para poder trabajar.
Lyonsoft contó con ayudas como la del Plan “Alcem-se", iniciativa impulsada por el empresario Juan Roig (Mercadona) y Marina de Empresas, destinada a ayudar a pymes, comercios y autónomos afectados por la DANA mediante ayudas económicas a fondo perdido. Para González, estas ayudas destacaron “por su sencillez, rapidez y trato directo”.
Por su parte, las entidades del Cooperativismo y de la Economía Social, tanto de la Comunitat Valenciana como a nivel nacional, se movilizaron de manera inmediata y habilitaron varias líneas de ayudas para ayudar al sector en aquellos ámbitos que no quedaban cubiertos por otro tipo de ayudas. Como atestigua el caso de Comismar, la suma de esfuerzos fue clave - ya que iba llegando gradualmente-, para salvar la actividad económica de las cooperativas de la zona. “Económicamente recibimos ayuda de Anecoop, de la Confederación de Cooperativas, Caixa Popular nos concedió un préstamo sin intereses y el Consorcio de Compensación, gracias a las buenas pólizas de seguros que teníamos, nos cubrió todos los daños y nos abonó todo el importe, anticipándonos parte del importe total en el mes de diciembre, así como las ayudas tanto del Gobierno como de la Generalitat que recibimos antes de finalizar 2024”.
Solidaridad cooperativa de ida y vuelta
El cooperativismo valenciano en su conjunto se movilizó desde las primeras horas de la catástrofe. En colaboración con las autoridades locales de las poblaciones afectadas, se hizo llegar a las personas damnificadas agua, alimentos, material de ferretería y de limpieza y productos de todo tipo. Además, sobre el terreno, cooperativas de todos los sectores estuvieron prestando servicios necesarios: la provisión de electricidad en localidades que habían perdido el suministro, facilitando maquinaria agrícola y camiones para colaborar en las labores de retirada de escombros y limpieza de las calles. Otras pusieron sus instalaciones a disposición de las Administraciones para facilitar la prestación de servicios públicos sanitarios, de acogida y veterinarios.
La editorial cooperativa Sembra Llibres, que perdió parte considerable de los 20.000 ejemplares de libros depositados en su almacén de Riba-Roja desde el que distribuye a las librerías, inició a su vez una campaña solidaria para ayudar a las librerías valencianas afectadas por la dana. En su campaña de Navidad, Sembra Llibres destinó el 30% de la venta de cada uno de sus libros, bien en las librerías o bien en su tienda online, a minimizar los daños en las librerías afectadas.
La cooperativa de crédito valenciana Caixa Popular, con numerosas oficias dañadas a pie de calle, destinó 2,85 millones de euros en donaciones directas, canalizó ayudas valoradas en 6,4 millones de euros mediante el sistema de tarjetas prepago, en coordinación con Cruz Roja, y colaboró junto a otras entidades locales como Cáritas, Fundació Horta Sud, COCEMFE, Plena Inclusión y Fundación Novaterra.
Hubo muhas más iniciativas solidarias desde el cooperativismo. Y fueron numerosas las cooperativas que activaron ayudas económicas vía donaciones para compensar parte de los daños sufridos por sus socios y trabajadores.
También las entidades representativas del cooperativismo y de la economía social, española y de la Comunitat, se movilizaron de manera inmediata. Se pidió a la Generalitat que se autorizase, de forma excepcional, la aplicación del Fondo de Formación y Promoción Cooperativa a mitigar los efectos de la dana, lo cual fue concedido.
Y entidades como FEVECTA, UCEV, Concoval, COCETA, Uecoe, CEPES, la Asociación Valenciana de Cooperativas de Crédito (AVCC) y Cooperativas Agroalimentarias de la Comunitat, establecieron sinergias, trabajaron unidas y habilitaron dos importantes líneas de ayudas para canalizar toda la solidaridad cooperativa que iba llegando desde todas partes.
Un Fondo para financiar a tipo cero los intereses de los préstamos que las empresas cooperativas y de Economía Social solicitasen a las entidades de crédito de Economía Social que operan en el territorio afectado, en colaboración con las cooperativas de crédito con implantación en la Comunitat Valenciana. Y un Fondo Solidario promovido por el Cooperativismo de enseñanza, coordinado por UECOE y la UCEV, que recibió cerca de 200 donaciones y distribuyó 142.565€ en total.
Incluso las cooperativas afectadas ayudaron. Larrodé se puso a disposición de las familias del centro para ayudarles en todo lo necesario (ayuda psicológica, reposición de libros y uniformes a quien lo había perdido todo en su casa…). Y durante las primeras 3 semanas su pabellón se convirtió en punto de reparto de comida y enseres de primera necesidad para la población. Lo mismo hizo Florida Centre de Formació, también de Catarroja.
Los ejemplos fueron numerosos, incluso socios y socias de pequeñas y grandes cooperativas, aprovechaban fines de semana y días libres para desplazarse a ayudar. Nuestras Cooperativas nutrieron la gran ola de solidaridad que se generó por la dana.
Un año después…
Con la perspectiva del tiempo, para Jorge González, de Lyonsoft, “faltó previsión en una zona tan extensa con muchas zonas inundables”. En su opinión, “los daños hubieran sido sin duda menores tanto en lo personal como en lo material”. Cuando vuelve la vista atrás, opina, “la mayor necesidad en aquellos primeros momentos fue la de información, que faltó; hubo sensación de estar abandonados”. Y pasado el shock inicial, admite, “la mente no podía entender cómo estabas sumido en el caos y, a tan solo unos cientos de metros, la vida seguía exactamente igual. En el caso de nuestra oficina la distancia a las zonas que no habían sido arrasadas era de muy pocos metros”.
Vicenta Raga, de Comismar, explica que han tomado todas las medias que han podido para prevenir daños en otro evento de parecidas características, “las mesas de oficinas nuevas que compramos se elevan, así que cada vez que dan lluvias subimos las mesas, ordenadores y todo arriba de ellas, por si acaso. Y hemos instalado una puerta estanca en el archivo. Todos los días cerramos todas las puertas y poco más nos dijeron los técnicos que podíamos hacer”.
En los colegios, apunta la presidenta de Larrodé, “se están implementando protocolos de emergencias para evacuar de manera rápida y con tiempo” ante un episodio similar. “En el centro hemos hecho algún pequeño cambio en nuestras instalaciones, pero poco porque no había posibilidad de hacer cambios de espacios”.
Un año después, aún quedan huellas de la tragedia que no se han podido borrar del todo, en las calles, en las infraestructuras y en la vida de muchas personas. Hace unos días, mientras escribía este artículo, volvió a sonar la alerta roja, esta vez a tiempo, en muchos municipios de la zona 0 por una nueva dana. El miedo podía sentirse en calles a medio gas y en las conversaciones de la gente. El recuerdo de lo ocurrido está aún muy presente.
Un año después, alrededor de 460 empresas del sector servicios de la zona cero siguen cerradas, un 6% de las compañías del sector industrial no han vuelto a levantar la persiana y el 40% de las supervivientes está operando por debajo de su nivel de actividad habitual.
Un año después, más allá de las tareas iniciadas para la reconstrucción, el Gobierno ha prometido un plan de infraestructuras de más de 467 millones de euros para obras de encauzamiento y recuperación en varios barrancos tras la dana, con proyectos específicos de emergencia, algunos en marcha, que deberán evitar que un nuevo episodio de lluvias torrenciales vuelva a causar una tragedia como la vivida. Veremos.
Un año después, este miércoles, 29 de octubre de 2025, se celebrará en València un funeral de Estado para recordar a las 229 víctimas. Será un día para llorar lo ocurrido y reconocer la solidaridad de todas las personas que, de manera desinteresada, ayudaron a sus conciudadanos.
Un año después, las asociaciones de víctimas de la zona 0 todavía continúan reclamando “verdad, justicia y reparación”, algo que en la Comunitat Valenciana ha quedado en manos de una jueza decidida a cumplir con su deber, le pese a quien le pese.
COMISMAR SERVEIS FUTURS (Aldaia)
Especialistas en limpieza integral.
http://coperativaserveisfuturs.com/
ASTERISCO (Manises-Aldaia)
Gestión de equipos técnicos y de salas para teatros (hasta el día de la dana, gestionaban el TAMA de Aldaia).
Colegio Larrodé (Catarroja)
Cooperativa de enseñanza con etapa de Infantil, Primaria y Secundaria.
Lyonsoft (Beniparrell)
Consultoría y Desarrollos a medida: soluciones de software y diseño web a medida.
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Ana Real
Soy periodista y máster en comunicación radiofónica. Como responsable de Comunicación de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FEVECTA) me ocupo, entre otras cosas, de coordinar este Blog. El cooperativismo y las cooperativas necesitan un relato para explicarse, para dar a conocer a la sociedad que son otra manera de hacer empresa: más humana, responsable y conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y, precisamente, ese relato es el que intento construir en cada uno de mis artículos para llegar cada día a más personas.
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