22/07/2019 Joan Gandía
“La fórmula cooperativa requiere que la actividad humana comparta e implique unos valores humanos superiores, por lo cual el trabajo, el capital y la organización no son finalidades en sí, sino medios para servir mejor los intereses humanos"
El cooperativismo es una magnífica alternativa para construir futuro mediante proyectos compartidos que tengan como base valores que potencian a las personas y que contribuyen a transformar la realidad. Las personas o grupos que deciden poner en marcha una iniciativa cooperativa, junto a su normal preocupación por el modelo de negocio, el grupo, los problemas legales, todos ellos importantes en ese momento, también precisan de referentes que les ayuden a visibilizar aquello a lo que aspiran. Por ello, se ponen en búsqueda de liderazgos de éxito y también de proyectos cooperativos que han conseguido consolidar su presencia en mercado.
La figura de José María Arizmendiarrieta y el grupo Cooperativo de Mondragón-MCC es conocida y admirada por muchas personas. Con esta aportación quiero presentar y valorar la actuación de quién contribuyó a la construcción de una realidad cooperativa que permanece hoy en día y con ello se demuestra que, desde los valores, se pueden iniciar y desarrollar proyectos cooperativos de éxito. Por tanto, la mirada en este liderazgo y la realidad en que se convirtieron sus aspiraciones pueden servir a quienes trazan o desean mejorar proyectos de economía social.
Sobre este líder se han escrito numerosos artículos (1), también varios libros (2) e incluso hay una producción cinematográfica exhibida en salas comerciales (3). Como cooperativista siempre me ha fascinado su figura y lo que consiguió en su vida. Las lecturas realizadas y mis visitas a Mondragón a lo largo de mi vida profesional han aumentado mi conocimiento de la persona, su compromiso y trayectoria.
Creer… desde los valores
J.M. Arizmendiarrieta nació en el año 1915 en un ambiente rural e ingresa con 12 años en el seminario menor y posteriormente en el conciliar de Vitoria-Gasteiz donde, junto a la formación teológica, avanza en su compromiso hacia las cuestiones sociales.
Significativa, para el futuro, fue su estancia en el seminario de Vitoria donde descubre y se abre a las nuevas corrientes del catolicismo social de Europa, sobre todo al personalismo de Mounier, y al movimiento espiritual que consideraba al sacerdote como apóstol social.
La Guerra Civil fue decisiva en su opción por la entrega a Dios. Sirve a la República y, posteriormente, con la caída de Bilbao, es denunciado, encarcelado y sometido a juicio sumarísimo en el cual es absuelto. Reabierto el seminario, finaliza su formación y es ordenado sacerdote cuyo ministerio ejercerá de por vida.
Desde febrero de 1941 ejerce como coadjutor en Mondragón. La llegada se produce en momentos de conflicto social. Se entrega a la acción pastoral de los jóvenes intentando dar respuesta a las necesidades de carácter religioso, personal y técnico que tenían. Crea una Escuela Profesional en 1943 enviando posteriormente a 11 jóvenes a estudiar a Zaragoza. Estos jóvenes serían el cimiento del cooperativismo en Mondragón.
Intenta aplicar la Doctrina Social de la Iglesia en su entorno tratando de unir a trabajadores y patronos de una empresa tradicional, la mayor de la Comarca, que era “Unión Cerrajera”, pero fracasa. En la búsqueda de alternativas centra su interés en el cooperativismo que ya había conocido mediante sus lecturas de Mounier y las experiencias del catolicismo social en España.
Desde la Escuela Profesional antes mencionada, su creencia en el cooperativismo le hace impulsar realidades cooperativas en diferentes ámbitos de actividad. Siempre actuará con el convencimiento de que “La fórmula cooperativa requiere que la actividad humana comparta e implique unos valores humanos superiores, por lo cual el trabajo, el capital y la organización no son finalidades en sí, sino medios para servir mejor los intereses humanos".
Muchos son sus escritos en los que fue trasladando las reflexiones que dieron fuerza a su actuar. Su máxima “Las ideas si no se transforman en obras no sirven para nada” fueron planteando retos y llamadas a personas próximas para el desarrollo de los proyectos.
Siempre creyó que lo primero era hacer cooperativismo antes que hacer empresa. Entendía que era necesaria una asunción de valores para compartir y desarrollar el trabajo en organizaciones donde el centro es la persona y la corresponsabilidad es clave para el crecimiento personal y organizacional.
Fue una persona entregada, con gran sentido social, con una exigencia moral alta y con prevalencia de lo comunitario en su actuación. Siempre, ante el dilema de comunidad/individuo, era la comunidad la que ponía por delante. Por ello siempre creó pero nunca tuvo nada en posesión en coherencia con su frase “Creer y no poseer, actuar y no ganar, progresar y no dominar”. Desde sus creencias cristianas buscaba el desarrollo de las personas ayudando a dar sentido a sus vidas desde el trabajo, el desarrollo y la creación. Para J.M. Arizmendiarrieta la persona era el centro y no la economía.
Su corazón empieza a presentar complicaciones a mediados de los años 60 y ve limitada su actividad. Después de dos recaídas, en 1974 le realizan una nueva operación cardíaca y dos años más tarde, el 29 de noviembre de 1976, fallece acompañado por los suyos.
Crear… con las personas
Desde su formación cristiana y comprometido con su entorno, J.M. Arizmendiarrieta va construyendo, con otras personas, una realidad cooperativa que hoy en día es referente en todo el mundo. Su actuar basado en “Haciendo hacer, ayudándose de los otros”, le permitió ir desarrollando, sin grandes pretensiones estratégicas, una realidad cooperativa.
En 1955 escogió 5 jóvenes, la letra inicial del nombre de cada cual conformó el acrónimo empresarial ULGOR, para iniciar la primera experiencia industrial cooperativa. Posteriormente, y con el crecimiento que representó “El Plan Nacional de Estabilización Económica” de 1959 se constituyó la cooperativa de crédito Caja Laboral (1959) y la entidad de previsión social “Lagun Aro” en 1966 activando equipos con la fórmula de intercooperación creando el grupo comarcal Ularco. También, con la fusión de varias cooperativas de consumo local, se crea EROSKI en 1959.
En el periodo entre 1970 y 1990 se produce un fuerte crecimiento potenciado desde la División Empresarial de Caja Laboral y se constituyen los grupos cooperativos comarcales activando IKERLAN, un centro de investigación al servicio de las cooperativas.
Más adelante en 1984 se constituye organizativamente como grupo y se potencia la formación permanente, ya en 1991 se crea lo que hoy se denomina Grupo Mondragón (Mondragón, Corporación Cooperativa-MCC) manteniendo una dirección estratégica única y una organización sectorial de las cooperativas en el seno del mismo.
Hoy en día MCC es uno de los principales grupos empresariales de España. En 2017 tuvo unos ingresos de cerca de 12.000 millones de euros y una plantilla de 80.818 trabajadores. Las 266 empresas y cooperativas que forman MONDRAGON operan en los sectores de industria, finanzas, distribución y formación y desarrollan iniciativas en el ámbito del conocimiento, la innovación, la educación y la promoción de nuevos negocios. Es una realidad presente en España y en los cinco continentes.
Querer…. compromiso con el entorno
Nuestro líder J.M. Arizmendiarrieta fue una persona que siempre miró por el cambio y la transformación de la realidad. Le movía actuar y aspiraba a concienciar sobre el valor de la participación y la confianza en las personas en la gestión de las organizaciones. Por ello va proponiendo alternativas de actuación y al no conseguirlo en la empresa tradicional, busca el camino cooperativo.
La situación socioeconómica de Mondragón le interpela a su llegada y le lleva a plantear estrategias de éxito que permitan la mejora. Primero mediante la formación, luego con la puesta en marcha de la primera cooperativa y, posteriormente, con un modélico actuar en el desarrollo de la intercooperación. Todo ello ha llevado a conseguir hoy que MCC sea una realidad cooperativa significativamente relevante en la que se impulsa la participación y la integración de las personas en la gestión, los resultados y la propiedad de la empresa. Tal es el impacto de este modelo cooperativo y lo que contribuye al desarrollo de personas y territorio que sigue siendo un referente al que se acude.
En nuestra realidad valenciana ha habido iniciativas para emular el modelo cooperativo de Mondragón. No se han consolidado de la misma forma, pero podemos decir que tenemos una amplia realidad de cooperativas que podrían generar sinergias e incidir en el desarrollo de nuestro territorio.
Para finalizar, deseo realizar una reflexión desde mi pequeña realidad como cooperativista. ¿Desde dónde estoy actuando?, ¿cuáles son mis creencias?, ¿me estoy entregando para crear y/o mejorar mi realidad cooperativa?, ¿consigo incidir en mi entorno?
Preguntas que me hago y contesto diciendo SÍ al cooperativismo desde mi trayectoria como socio de una cooperativa de enseñanza que ha transitado por las responsabilidades de socio de base, gestor en una cooperativa, presidente y representante del cooperativismo.
Finalmente, y como señalaba J. M. Arizmendiarrieta, seguimos el camino cooperativo ya que “Siempre hay un paso más que dar”.
Son muchos los escritos que realizó a mano y otros que se publicaron en diversas revistas internas del MCC. Aconsejo consultar la revista TU Lankide, creada por él mismo en 1960, ver https://www.tulankide.com/es
Destaco el de: MOLINA, F (2005). Jose Maria Arizmendiarrieta (1915-1976). Biografía, Mondragón: Caja Laboral-Euskadiko Kutxa.
Urresti, G (productor) y Urresti, G (director) (2018). Arizmendiarrieta, el hombre cooperativo. España: Urresti Producciones, Altube Filmeak S.L y ETB. Se puede ver el tráiler de la película en https://www.youtube.com/watch?v=B7Z28Qn2t-c, hay posibilidad de disponer de versiones de mayor duración, dirigirse a info@elhombrecooperativo.com
Joan Gandía
La facultad de economía fue mi escuela cooperativa. Un seminario de cooperativismo del departamento de Política Económica me mostró el Cooperativismo Valenciana y el “Mondragoniano”. Incorporado a Florida como docente participé en su desarrollo como socio, asumiendo responsabilidades de gestión y siendo representante en el Consejo Rector y Presidente. Mi aportación al movimiento cooperativo la desarrollé en FEVECTA con mi presencia en el Consejo Rector y Presidencia. En estos momentos continuo como socio de Florida Cooperativa Valenciana. El camino recorrido me ha permitido vivir e integrar que el cooperativismo es alternativa a las organizaciones de capital.
Reconocer, junto a los que han manifestado su opinión en entradas anteriores, que el cooperativismo ES alternativa y el ejemplo de MCC un referente para ponernos a trabajar. Son las personas las que pueden cambiar las realidades y la que he presentado, con un liderazgo significativo de J.M. Arizmendiarrieta, es una de ellas. Gracias por los reconocimientos que habéis hecho sobre la entrada al blog. Recientemente también fue un día triste para el grupo. Uno de los 11 jóvenes que J.M. Arizmendiarrieta envió a Zaragoza para formarse y que posteriormente fueron los iniciadores (la G de ULGOR), Alfonso Gorroñogoitia, nos dejó. https://www.tulankide.com/es/fallece-alfonso-gorronogoitia-cofundador-de-la-experiencia-cooperativa El legado suyo y de los que le acompañaron en el grupo inicial es importante. El modelo continúa.
Excelente reflexión, que vendría muy bien hacer a los cooperativistas actuales (especialmente del agrario en el que trabajo profesionalmente), para volver a la raíz que hace al cooperativismo realmente constructor de nuevas realidades empresariales y sociales. Algunas claves son: "las personas primero, el capital al servicio de las personas", "los valores, imprescindibles", "la formación, también", "hacer cooperativismo antes que empresa" (como decía Guillermo Rovirosa en su Cooperatismo Integral: "primero hacer cooperativistas y luego las cooperativas"). Creo que éstas son claves para el cooperativismo de hoy si queremos que llegue a ser el de mañana. Pongámonos a ello, merece el esfuerzo.
Excelente artículo, sin duda, un ejemplo a seguir!!
Gracias por el artículo Joan, ayuda a la gente a situar el origen del cooperativismo y la importancia que siempre ha tenido la intercooperación, ahora más importante y factible que nunca por los avances tecnológicos. Y esto tiene que aprovecharlo el cooperativismo, haciendo una cosa que siempre le ha costado, abrirse al entorno económico y social ajeno al cooperativismo, incluso renunciando a ser tratado de forma diferente, pues sus principios son los que en gran medida están configurando la nueva "revolución industrial"
El cooperativismo es una vía para el desarrollo de economias más solidarias y ecológicas. Desarrollar una economía intercooperativa es una manera de mejorar el futuro.
Muchas gracias Joan por tu estupendo artículo y, sobre todo, por tu vinculación vital a la economía social desde el cooperativismo, así como a proyectos de solidaridad a lo largo de toda tu vida. Un fuerte abrazo.
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