Reflexiones

Allegro ma non tropo

05/09/2019 Francisco Álvarez Molina

Allegro ma non troppo

Este es el título de uno de los libros escritos por Carlo M. Cipolla (*), fallecido en el año 2000 y reconocido como uno de los grandes historiadores del siglo XX. Mi amigo Vicente Monfort, con el que he tenido la gran suerte de trabajar durante los últimos cuatro años, me ofreció este libro recientemente, aunque la primera edición (lleva siete) se publicó en 1991.


De las muchas lecturas interesantes de estos últimos años, entre las que quiero destacar “Economix” (**), “Economía sin corbata” (***), “Les enfants du vide. Del impasse individualista al despertar ciudadano (****), y “Economía para el 99% de la población” (*****), "Allegro ma non troppo" ha sido sin lugar a dudas la que más me ha impactado, por su simplicidad y profundidad, acompañadas de un tono de humor inteligente que siempre se agradece cuando se tratan temas tan extremadamente trascendentales para la humanidad como son la historia, la economía y las relaciones sociales.


Allegro ma non troppo consta de dos ensayos cortos. El primero trata sobre la importancia que ha tenido la pimienta en el desarrollo económico de la Edad Media (sí, si, las especias en general y la pimienta en particular tuvieron mucha importancia), y el segundo, sobre el que me voy a centrar sin dar demasiados detalles, que lleva por título “Las leyes fundamentales de la estupidez humana” … nada más y nada menos…


Cipolla utiliza unas coordenadas para dividir a los seres humanos en cuatro categorías, sabiendo que el eje horizontal (X) mide la ganancia o pérdida de las acciones que toman las personas y el eje vertical (Y), el impacto positivo o negativo que dichas acciones tienen para los demás.


Carlo María Cipolla describe después las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana apoyándose en las cuatro categorías de personas que determinan los ejes de coordenadas. Los inteligentes (I) que son aquellos que ganan con sus acciones y hacen ganar a los demás; los malvados (M) que ganan pero hacen perder a los demás; los incautos (H) que pierden pero hacen ganar a los demás, y los estúpidos (E), que pierden y hacen perder a los demás. Posteriormente el historiador se centra en el cuadrante de los estúpidos y en una parte del cuadrante de los malvados, es decir de aquellos que, perdiendo o ganando poco, hacen perder mucho a los demás. No voy a desvelar todos los agudos e inteligentes comentarios que hace Cipolla sobre los estúpidos y una parte de los malvados, pero no me puedo resistir a citar alguno de ellos:

 

 

“La persona inteligente sabe que es inteligente.

 

El malvado es consciente de que es un malvado.

 

El incauto está personalmente imbuido de su propia candidez.

 

Al contrario de todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora.

 

El estúpido no está inhibido por aquel sentimiento que los anglosajones llaman self-consciousnes. Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improvisto para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente”. Estos comentarios dan lugar a la cuarta ley fundamental: “Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error. A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta esta cuarta ley fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables para la humanidad”.

 


Debo confesar que la lectura de este libro me ha hecho pensar en la situación político-económico-social que estamos viviendo ya que, salvo raras excepciones, estamos rodeados de estúpidos individualistas, tanto a nivel público como privado, y en particular ello se manifiesta en la mediocridad de una gran mayoría de dirigentes políticos que, como dice Cipolla, están ocasionando pérdidas incalculables para la humanidad. Y los propósitos de Cipolla encadenan con lo esencial del libro “Les enfants du vide (****).


En su contraportada Glucksmann nos dice: “Nuestro fracaso es grandioso. Pensábamos que la democracia se iba a extender sobre el planeta, pero está en crisis por doquier. Ensalzábamos los beneficios de los intercambios, pero la mezcla social retrocede y nuevos muros se construyen cada día. Teníamos la religión del progreso, pero el calentamiento climático prepara la peor regresión. La insurrección populista y el desastre ecológico en curso demuestran que el software neoliberal nos lleva al abismo. Para no perder todo debemos salir del individualismo y del ombliguismo. Si nuestros mayores vivieron en un mundo saturado de dogmas y de mitos, nosotros hemos nacido en una sociedad vaciada de sentido. Su misión fue la de romper cadenas, la nuestra será la de volver a tejer los lazos y reinventar lo común. Existen caminos para salir del impasse…¿Sabremos tomarlos?”.


Lo expresado por Glucksmann en la contraportada de su libro y, sobre todo, las explicaciones que da en el mismo, son verdades como puños, pero ¿Sabremos tomar los caminos que nos permitan salir del impasse en el que estamos? Yo sigo creyendo que es posible, y uno de los caminos, quizá el más importante, es la cooperación,
el cooperativismo. El neoliberalismo ha ganado con Friedman, Hayek, Margaret Thatcher y muchos otros, y así estamos educando a nuestros hijos, metiéndoles en la cabeza que “lo que cuenta es el individuo”, que “el hombre es egoísta por naturaleza”, cosa que jamás se ha demostrado, añadiendo el concepto de “homo economicus”, que ha dado lugar a que la economía se convierta en el eje principal de nuestras vidas, sabiendo que la palabra economía ha sido deformada por el neoliberalismo ya que en origen su significado es “la gestión de la casa” y no sólo el PIB, el IPC y los mercados financieros. La lectura de “Economía sin corbata (***), de “Economix” (**) y del libro de Han-Joon Hang (*****) permiten muy simplemente desmontar la patraña que han montado todos aquellos que defienden el individualismo como eje de bienestar de la humanidad y el dinero, únicamente el dinero, como el objetivo primordial para alcanzarlo.


El individualismo impuesto e inoculado en el sistema educativo por los neoliberales es una aberración, aunque solo sea por el hecho de que el ser humano es el resultado de un plural, de la cooperación entre una mujer y un hombre. Me parece oportuno dar otro ejemplo citado por Glucksman; ¿Cuándo nos sentimos más seguros en un bosque: cuando estamos solos o cuando estamos acompañados? El problema es que, a pesar de las debacles que se encadenan, nos negamos a preguntarnos lo que hemos hecho mal para que los que defendemos un modelo económico con rostro humano no seamos oídos.


Para ganar las batallas políticas y culturales vigentes debemos primero comprender por qué hemos perdido las batallas precedentes y, desde mi punto de vista, las hemos perdido, entre otras cosas, por haber permitido que los principios del neoliberalismo se introduzcan en el sistema educativo descartando los valores que particularmente el cooperativismo lleva en sus genes: igualdad, solidaridad, justicia social…etc. Desde el punto de vista empresarial ¿A qué nos empuja hoy en día el sistema económico vigente?... esencialmente a ser emprendedores autónomos, “empresas” individuales mucho más manejables para los defensores del neoliberalismo que los trabajadores que se asocian y se solidarizan en empresas “clásicas”.


Es absolutamente necesario y urgente que apoyemos con todas nuestras fuerzas las estructuras empresariales cooperativistas, demostrando que son rentables tanto desde el punto de vista económico como social y medioambiental, sostenibles en el verdadero sentido de la palabra, pero al mismo tiempo debemos trabajar para que los valores del cooperativismo se introduzcan en todos los niveles del sistema educativo. Sin prisa pero sin pausa… Allegro ma non troppo.


Soy consciente de que la tarea no es fácil, y de que en el mundo cooperativista también hay estúpidos, pero estoy convencido que a los estúpidos, según la definición de Cipolla, se les puede descartar más fácilmente con estructuras cooperativas. Estoy también convencido de que, si no lo hacemos, dejaremos a nuestros hijos y nietos un planeta en el que no podrán vivir.


Según Hörderling “Donde nace el peligro nace también lo que puede salvar”


Buenas noches, buena suerte, salud y Bien Común.

 

Paco Álvarez
www.labolsaylavida.org

 

(*) Editorial Crítica
(**) Michael Goodwin y Dan E. Burr. Lungwer editores
(***) Yanis Varoufakis. Editorial Destino Infantil&Juvenil
(****) Raphael Glucksmann. Allary Éditions
(*****) Ha-Joon Chang. Editorial Debate

 




 

 

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Francisco Álvarez Molina

Francisco Álvarez Molina

Francisco Álvarez Molina es Doctor en Ingeniería Informática (Tesis de Estado sobre "Sistemas financieros tolerantes a fallos") y licenciado en Matemáticas, por la Universidad de la Sorbona (París), y diplomado del Chartered Institute for Securities and Investment de Londres. Ha trabajado durante 44 años en el ámbito bursátil y financiero, 24 de ellos en la Bolsa de París, de la que llegó a ser vicepresidente, y, después, como consejero y Director General de la Bolsa de Valencia. Ha sido director general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros y presidente de la Asociación Europea de Centros Financieros Regionales. Entre 2000 y 2002 fue Director General Delegado de Banco Inversión, cofundador de ETICA Patrimonios EAFI, miembro del Instituto Español de Analistas Financieros y miembro del Comité Asesor de la CIFA, fundación sin ánimo de lucro que reagrupa a las asociaciones internacionales de asesores financi
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